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Para la Historia: Respuesta a la Carta Colectiva del Episcopado Español X

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Mensaje del Episcopado de Irlanda

Venerables Hermanos:

No puede leerse sin profunda emoción la noble y tierna Carta dirigida por Sus Excelencias al Episcopado católico del mundo. Es un documento de excepcional dignidad y serena sobriedad de expresión, animado enteramente del auténtico espíritu de caridad cristiana. En él campea una gallarda vindicación de la Venerable Iglesia de España, de los odios y calumnias acumulados sobre ella por los enemigos de las creencias cristianas y una noble respuesta a las tergiversaciones con que un gran sector de prensa intenta desdibujar los bandos e ideologías en el lamentable conflicto que agita furiosamente ese desolado país.

En una simple exposición de los hechos, y con un sereno y autorizado análisis de la situación, exento de vehemencias y retóricas recursos, habéis dado al mundo el sentido de la verdad en un lenguaje preciso y contundente, haciendo poderosa llamada a la conciencia de la Humanidad y al último veredicto de la Historia. La impresionante sinceridad de esta oportuna llamada debe mover no solamente a quienes participen de las creencias católicas, sino también a todo el que conserve un sentido de rectitud y justicia natural.

Nosotros reconocemos, Venerables Hermanos, la cruel injusticia que se ha hecho a los católicos de España por una gran parte de la prensa mundial, tendenciosa en general -con honrosas excepciones- en la manera de presentar el origen y desarrollo de la presente trágica situación de su amado país. Nosotros conocemos y nuestro pueblo sabe que, merced a la tendenciosa y malévola interpretación de los hechos, se ha dado plena publicidad a las falsas propagandas de sus enemigos, mientras que se ha mantenido una innoble conspiración de silencio sobre cosas que podrían contradecirlas; la prensa mundial ha desviado gravemente la opinión de las naciones desde el comienzo de la guerra civil de España acerca de sus causas primeras y los términos precisos de cada momento del conflicto. Nosotros podemos asegurar a sus Excelencias que, a pesar de esto, nuestro fiel pueblo irlandés ha interpretado en su verdadero sentido el caso, ayudado por la prensa católica y nacional irlandesa, así como por folletos ampliamente divulgados, y que la gran mayoría de él ha manifestado su simpatía hacia la católica España y su Jerarquía, Clero, religiosos y seglares católicos. Nosotros y todo nuestro pueblo hemos quedado profundamente emocionados por los relatos de los indecibles vejámenes infligidos a tantos Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, a vista del cruel martirio a que han sido sometidos tan gran número de ellos, de fa total destrucción de tantos templos y conventos y del vandalismo con que han sido destrozados para siempre los tesoros artísticos que encerraban.

Será para Sus Excelencias de algún consuelo saber que empieza a prevalecer la verdad sobre la situación de España aun en el país vecino, donde se ha formado una comisión de no católicos para ilustrar al pueblo, tendenciosamente informado por la propaganda enemiga, y poner los hechos en su verdadera luz, mostrándoles a su vez que no es solamente la causa de la Iglesia en España lo que se ha puesto hábilmente en juego en el presente conflicto, sino la totalidad del ideal cristiano, sobre el que gravita la civilización de Europa, y los mismos valores básicos humanos, que son la natural herencia de una raza.

La serena y digna exposición contenida en la Carta de Sus Excelencias, tenazmente silenciada en una prensa injusta y mal intencionada, contribuirá poderosamente en el folleto que se ha puesto al público a disipar las nubes de la ignorancia y los prejuicios de ciertos medios, y a orientarlos para que todos vean en adelante la clara luz de la verdad. Asimismo, la difusión de la Carta hará gran servicio entre un pueblo que se estima a sí mismo y está convencido de la justicia de su causa, porque muestra ante todo la horrible realidad, los desastrosos resultados de la falsa doctrina que intenta propagarse con satánica energía por todos los pueblos del mundo.

No podemos diferir por más tiempo, Excmos. Sres., la expresión de nuestra profunda admiración por el heroísmo de los nobles mártires que con sus Obispos, Clero, religiosos y fieles seglares han sentido la bárbara persecución desatada sobre sí y en que tantos han hecho el sacrificio usque ad sanguinem por su Fe. Nosotros rogamos una vez más que pueda cumplirse el viejo dicho sanguis martyrum semen Ecclesiae; que las nobles palabras de caridad y perdón, con que cierran su carta, y aquella sangre generosa aboguen ante Dios por los españoles extraviados, que seducidos por falsas doctrinas han causado tan incalculable daño a su Patria, y que de esta sangre. Y de estos dolores la Divina Providencia se valga para conducir a renovada y vigorosa vida a la noble nación española y a la gloriosa Iglesia de España, para honor de Su Santo Nombre Y continuidad próspera del pueblo español.

Firmado en nombre de los Obispos de Irlanda, † Cardenal Macrory, presidente; † J. Kinane, secretario.

Dublín, 12 octubre de 1937.



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